Texto seleccionado en el ‘2020 Drawing Matter Writing Prize’
︎︎︎ Publicado en Drawing Matter, 18 May 2021
︎︎︎ Publicado en Flat, 28 Mar 2023
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Breve ensayo sobre el valor de lo auxiliar
Los dibujos asistidos por
ordenador -CAD- existen desde mediados de los años 60. Un jovencito Ivan
Sutherland se doctoraba en el MIT presentando Sketchpad, todo un artefacto que
mediante un lápiz óptico (!) permitía la edición directa de objetos gráficos. Años atrás, alrededor del 3.500 a.C., alguien escribía el primer texto jeroglífico
sobre papiro a las orillas del río Nilo. Tanto en aquella pantallita cuadrada
como en las láminas de color arenoso, había una herramienta compartida: las
líneas auxiliares.
Los dibujos asistidos por líneas auxiliares existen desde siempre. Estas líneas son las encargadas de ayudar al dibujo principal, sostienen y amparan al protagonista. Y pese a que adopten aspectos diferentes, todas comparten el deseo de discreción, el segundo plano. Pero cualquiera que haya dibujado a mano sabrá que estas líneas no son inofensivas, dejan señales, marcas en el papel, arrugas. Son discretas pero visibles. Tras el aparente salto de altura que separó los dibujos a mano de los dibujos a ordenador, se ocultaron las líneas auxiliares, confundiendo su deseo de discreción con su soterramiento.
La primera imagen muestra las líneas auxiliares necesarias para dibujar una casa rural del siglo XIX. Es la casa de mi madre. Las personas que hayan vivido bajo un techo antiguo conocerán el desconsuelo provocado por una cama o un armario que no coincide con el ángulo de sus paredes. La geometría abalanzándose sobre nuestros cuerpos. Para dibujarla, son necesarias estas numerosas circunferencias auxiliares, que nos permiten triangular el espacio, conocer esos dichosos ángulos y encontrar aquellos puntos protagonistas.
Expresar lo oculto ayuda a comprender.
Y comprender, quizás nos permita valorar de nuevo.
Los dibujos asistidos por líneas auxiliares existen desde siempre. Estas líneas son las encargadas de ayudar al dibujo principal, sostienen y amparan al protagonista. Y pese a que adopten aspectos diferentes, todas comparten el deseo de discreción, el segundo plano. Pero cualquiera que haya dibujado a mano sabrá que estas líneas no son inofensivas, dejan señales, marcas en el papel, arrugas. Son discretas pero visibles. Tras el aparente salto de altura que separó los dibujos a mano de los dibujos a ordenador, se ocultaron las líneas auxiliares, confundiendo su deseo de discreción con su soterramiento.
La primera imagen muestra las líneas auxiliares necesarias para dibujar una casa rural del siglo XIX. Es la casa de mi madre. Las personas que hayan vivido bajo un techo antiguo conocerán el desconsuelo provocado por una cama o un armario que no coincide con el ángulo de sus paredes. La geometría abalanzándose sobre nuestros cuerpos. Para dibujarla, son necesarias estas numerosas circunferencias auxiliares, que nos permiten triangular el espacio, conocer esos dichosos ángulos y encontrar aquellos puntos protagonistas.
Expresar lo oculto ayuda a comprender.
Y comprender, quizás nos permita valorar de nuevo.
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